El fiscal pide nueve años de cárcel para el conductor ebrio que arrolló a su hija, de 20 años, la madrugada del 28 de noviembre de 2010 cuando salía de una discoteca
Fernando Pérez Ávila | DIARIO DE SEVILLA
Siete meses después de la muerte de su hija, Julián Reyes se prepara ahora para el juicio contra el conductor que la atropelló cuando circulaba ebrio el 28 de noviembre de 2010. Aquella madrugada, Silvia Reyes, de 20 años y vecina de Olivares, fue arrollada por el Mini que conducía Javier G. A., de 23 años, cuando salía con unas amigas de una discoteca de Tablada. El conductor, que será juzgado a partir del 16 de septiembre, se enfrenta a nueve años de cárcel. El padre de la víctima ha creado un blog para pedir el endurecimiento de las penas (quebaratoesmatar.blogspot.com). El sábado atendió a este periódico junto a José Ignacio Pérez, policía local de Olivares.
-El hecho de que el juicio se celebre menos de un año después de la muerte de su hija garantiza que el autor del atropello no saldrá libre antes de ser juzgado, ¿supone eso un alivio para la familia?
-Es que está todo muy claro. Las investigaciones se terminaron ya y él desde el primer día está en prisión. Ésa es la suerte que vamos a tener, que no va a salir en libertad antes del juicio. Sería muy doloroso ver que la persona que ha matado a tu hija quede en la calle por un tema de burocracia. No es lo mismo verlo esposado por la Guardia Civil que verlo como llegó a los juzgados el amigo del asesino de Marta del Castillo, tan altanero, con sus gafitas de sol y su americana, como si fuera un príncipe. Es muy distinto.
-¿Qué espera del juicio?
-Que le caiga lo que pide el fiscal. Los nueve años. Cinco por el delito de homicidio imprudente en concurso con el de seguridad vial y cuatro por la omisión del deber de socorro. Es el máximo que marca la ley, porque las pruebas están muy claras. Se dio a la fuga y lo detuvo la Policía a varios kilómetros. Lo quiso ocultar todo diciéndole al copiloto que no se enterara nadie de lo ocurrido. No quiero creer que el juez le dé más privilegios al delincuente de los que ya tiene de por sí.
-¿Hasta qué punto la muerte de su hija fue un homicidio imprudente?
-Yo no lo considero así. Entiendo que pueda acusarse de homicidio imprudente a un conductor que mate a alguien porque se distraiga con el móvil, se le caiga ceniza encima, le deslumbre el sol o se equivoque en un cruce y no sepa reaccionar. Pero en este caso está demostrado que iba bebido, que el compañero le advirtió de que no estaba en condiciones para conducir y que iba con su coche a gran velocidad hacia los grupos que salían de la discoteca para, en el último momento, dar un volantazo y hacer la gracia dándoles un susto. Lo hizo con dos grupos antes que con el de mi hija, a la que no pudo esquivar. Para mí es un homicidio doloso.
-De ahí su insistencia en una reforma legal para endurecer las penas.
-He mandado escritos pidiéndolo al Ministerio de Justicia, al Gobierno, al presidente de la Junta, al Defensor del Pueblo. Le leo la respuesta del Ministerio de Justicia: "En el programa legislativo del departamento no está previsto la elaboración de un proyecto normativo con el contenido apuntado en su petición". O sea, que pasan olímpicamente. Y el Defensor del Pueblo me dice muy amablemente que el Poder Judicial es independiente y que si quiero cambiar las leyes me remita al Parlamento. Como diciendo: "Mira, tío, jódete, esto es lo que hay, no vas a hacer nada".
-¿Qué sensación le queda tras verse ignorado así?
-Mi indignación es gorda. No me uno a los indignados del 15-M porque ellos van por otros lares, pero éste también es uno de esos fallos del sistema que ellos denuncian. Que un niñato borracho, vacilando y haciéndose el gracioso, mate a una persona inocente que va paseando por la calle y cumpla cinco o seis años de cárcel es muy doloroso e injusto. No es que quiera que se pase toda su vida en la cárcel, pero sí que pague lo que ha hecho. Si las leyes actuales dicen que nueve años, que se pegue los nueve. Y que esas leyes se revisen porque deberían ser veinte. Si a este chaval con 23 años le echan nueve, sabe que va a salir a los seis y entonces saldrá igual o peor que cuando entró.
-¿Piensa asistir al juicio?
-Yo sí iré. No sé si mi mujer lo hará. Quiero verlo y mirarlo a los ojos. No se ha puesto en contacto conmigo ni él ni su familia ni su abogado. Yo soy padre y, si un hijo mío comete un error, no me va a quitar mi hombría pedir disculpas por el error que ha cometido mi hijo. Eso me dice más o menos qué clase de personas son. Quiero mirarlo a los ojos, para ver si de verdad es un chulo prepotente o está avergonzado. Si se siente culpable, debe bajar la mirada. Si me la mantiene, me va a decir que es un hijo de puta. Y yo también soy un hombre. La sensación no va a ser agradable, y el envenenamiento que me va a entrar por las tripas cuando lo escuche mentir como ha mentido a la Policía me va a hacer daño.
-Tras siete meses, ¿en qué estado está la familia?
-El sentimiento de los primeros días se ha ido desvaneciendo. No tenemos esa angustia, pero sí estamos mal. Hay días en los que nos coge la depresión y estamos mi mujer y yo en casa y ni hablamos.
-El hecho de que el juicio se celebre menos de un año después de la muerte de su hija garantiza que el autor del atropello no saldrá libre antes de ser juzgado, ¿supone eso un alivio para la familia?
-Es que está todo muy claro. Las investigaciones se terminaron ya y él desde el primer día está en prisión. Ésa es la suerte que vamos a tener, que no va a salir en libertad antes del juicio. Sería muy doloroso ver que la persona que ha matado a tu hija quede en la calle por un tema de burocracia. No es lo mismo verlo esposado por la Guardia Civil que verlo como llegó a los juzgados el amigo del asesino de Marta del Castillo, tan altanero, con sus gafitas de sol y su americana, como si fuera un príncipe. Es muy distinto.
-¿Qué espera del juicio?
-Que le caiga lo que pide el fiscal. Los nueve años. Cinco por el delito de homicidio imprudente en concurso con el de seguridad vial y cuatro por la omisión del deber de socorro. Es el máximo que marca la ley, porque las pruebas están muy claras. Se dio a la fuga y lo detuvo la Policía a varios kilómetros. Lo quiso ocultar todo diciéndole al copiloto que no se enterara nadie de lo ocurrido. No quiero creer que el juez le dé más privilegios al delincuente de los que ya tiene de por sí.
-¿Hasta qué punto la muerte de su hija fue un homicidio imprudente?
-Yo no lo considero así. Entiendo que pueda acusarse de homicidio imprudente a un conductor que mate a alguien porque se distraiga con el móvil, se le caiga ceniza encima, le deslumbre el sol o se equivoque en un cruce y no sepa reaccionar. Pero en este caso está demostrado que iba bebido, que el compañero le advirtió de que no estaba en condiciones para conducir y que iba con su coche a gran velocidad hacia los grupos que salían de la discoteca para, en el último momento, dar un volantazo y hacer la gracia dándoles un susto. Lo hizo con dos grupos antes que con el de mi hija, a la que no pudo esquivar. Para mí es un homicidio doloso.
-De ahí su insistencia en una reforma legal para endurecer las penas.
-He mandado escritos pidiéndolo al Ministerio de Justicia, al Gobierno, al presidente de la Junta, al Defensor del Pueblo. Le leo la respuesta del Ministerio de Justicia: "En el programa legislativo del departamento no está previsto la elaboración de un proyecto normativo con el contenido apuntado en su petición". O sea, que pasan olímpicamente. Y el Defensor del Pueblo me dice muy amablemente que el Poder Judicial es independiente y que si quiero cambiar las leyes me remita al Parlamento. Como diciendo: "Mira, tío, jódete, esto es lo que hay, no vas a hacer nada".
-¿Qué sensación le queda tras verse ignorado así?
-Mi indignación es gorda. No me uno a los indignados del 15-M porque ellos van por otros lares, pero éste también es uno de esos fallos del sistema que ellos denuncian. Que un niñato borracho, vacilando y haciéndose el gracioso, mate a una persona inocente que va paseando por la calle y cumpla cinco o seis años de cárcel es muy doloroso e injusto. No es que quiera que se pase toda su vida en la cárcel, pero sí que pague lo que ha hecho. Si las leyes actuales dicen que nueve años, que se pegue los nueve. Y que esas leyes se revisen porque deberían ser veinte. Si a este chaval con 23 años le echan nueve, sabe que va a salir a los seis y entonces saldrá igual o peor que cuando entró.
-¿Piensa asistir al juicio?
-Yo sí iré. No sé si mi mujer lo hará. Quiero verlo y mirarlo a los ojos. No se ha puesto en contacto conmigo ni él ni su familia ni su abogado. Yo soy padre y, si un hijo mío comete un error, no me va a quitar mi hombría pedir disculpas por el error que ha cometido mi hijo. Eso me dice más o menos qué clase de personas son. Quiero mirarlo a los ojos, para ver si de verdad es un chulo prepotente o está avergonzado. Si se siente culpable, debe bajar la mirada. Si me la mantiene, me va a decir que es un hijo de puta. Y yo también soy un hombre. La sensación no va a ser agradable, y el envenenamiento que me va a entrar por las tripas cuando lo escuche mentir como ha mentido a la Policía me va a hacer daño.
-Tras siete meses, ¿en qué estado está la familia?
-El sentimiento de los primeros días se ha ido desvaneciendo. No tenemos esa angustia, pero sí estamos mal. Hay días en los que nos coge la depresión y estamos mi mujer y yo en casa y ni hablamos.